La Gripe energética
Al igual que en las estaciones del año, el ser humano pasa por diferentes fases de evolución personal y espiritual: unas con más luz, más conciencia y más bienestar, y otras con más confusión, oscuridad y malestar.
Parecería una paradoja que, habiendo iniciado un camino de trascendencia, en el que se tiene la atención fija a todo lo que va más allá de la dualidad, se pasara por etapas gobernadas por la oscuridad, es decir, una de las dos polaridades de la dualidad.
La paradoja existe ya que es la misma dualidad la que actúa como maestra para que tú puedas trascender y llegar a una visión unitaria e impersonal de la existencia. Sin ella sería imposible acceder a los estados superiores de conciencia.
De modo que cuando eliges la trascendencia, estás eligiendo por extensión, lo sepas o no, utilizar la dualidad como medio para alcanzarla. Sería una trampa de la misma mente pensar que por elegir la luz y la conciencia estarás siempre bien. Sería colocarse de nuevo bajo un punto de vista dual.
Así es como el cuerpo espiritual, al igual que sucede con el cuerpo físico, pasa por períodos de congestión energética, falta de claridad, pesadez y se adentra en una especie de letargo aparentemente sinsentido. Esto es a lo que yo le he llamado “Gripe energética”. No es lo habitual pero a todos nos “pilla” en algún momento de nuestras vidas.
Es exactamente una enfermedad, igual de incapacitante que las físicas, y es que el cuerpo espiritual también es susceptible de ponerse enfermo. Son aquellos periodos en los que la trascendencia te queda lejos, la apetencia por la vida espiritual disminuye, cuando meditas no te sientes conectado, parece que no pasa nada, que ni si quiera la práctica meditativa consigue ponerte bien…
Son aquellos periodos de pesadez, de pasotismo, en los que solo te importan las cosas mundanas y parece que el sentido de tu vida se desvanece: sabes que no estas bien pero no tienes la energía para ponerte bien y cuando haces algo no te da resultados… Empiezas a dudar de el camino que iniciaste en su día, te parece que ya no va contigo, te planteas si te has estado engañando todo este tiempo… no consigues ver la luz ni tener una claridad de lo que te está sucediendo.
Dicen que a esto se le llama “La noche oscura del alma”, yo prefiero llamarle “Gripe energética” porque parece que se vive en una condición de congestión energética de la que no se puede salir. Es como cuando tienes fiebre, que la tienes que pasar y punto. No puedes hacer nada. Aunque lo intentes no consigues ponerte mejor. Aunque intentes levantarte de la cama para ver si te despejas no hay manera y hacerte una simple tortilla se convierte en la tarea más difícil del mundo.
En este momento es cuando te tienes que elegir (otra vez): te encuentras solo contigo mismo y, al igual que elegiste el día de tu iniciación desde la claridad y la buena intención, tienes que volver a elegir, aunque esta vez desde la oscuridad y la confusión.
Y te planteas “Bueno, ¿qué hago? No hay nada ni nadie que me obligue a continuar, no tengo que demostrarle nada a nadie, esto (la vida espiritual) lo hago por mí, y yo elijo si continuar o dejarlo, no tengo que obligarme a meditar cada día si no quiero… ¿por qué hago esto realmente?” En este momento estás realmente solo. Solo ante ti mismo, solo contigo mismo y tienes que elegir. Es entonces que te das cuenta de que hay un hilo que te sujeta, algo que cuando llega el momento, a la hora de la verdad, no te deja caer.
Es en este justo momento donde te das cuenta de que hay una parte de ti que va más allá de la luz y la oscuridad porque eliges lo mismo tanto cuando estás bien como cuando estas mal. Es invariable, inquebrantable, tanto si estás bien como si estás mal tu compromiso sigue firme. No puedes elegir otra cosa que no sea continuar siéndote fiel a ti mismo. Realmente sientes cómo hay un hilo invisible que te sujeta y no te deja caer.
Es tu verdad interior, una voz interior que te recuerda que viniste a esta vida a esto (a vivir este aspecto espiritual-trascendente) y que sin esto todo habrá sido en vano. Te das cuenta de que tu vida no tiene sentido si no la vives en comunión con lo que tu sientes verdadero dentro de ti.
Te recuerdas que el único motivo real de tu existencia es el despertar de la conciencia y la realización de la pura conciencia del ser.
Entonces es cuando te das cuenta de que todas esas dudas y esa pesadez, forman parte del camino y son una prueba a tu firmeza interior. En realidad son una ilusión porque luego ves que te estabas planteando si vivir tu vida contigo o sin ti.
¿Y como se hace para vivir tu vida sin ti?
Fanny Mas-Jordana Sánchez
Psicóloga, Psicoterapeuta y Life Designer