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Trascendiendo con el Heavy Metal


En una sociedad basada en la represión de nuestra naturaleza, se hace necesario para descubrir quien somos realmente-, pasar por aquellas partes de nosotros que no aceptamos, es decir, la sombras.

Desde pequeños nos enseñan que debemos ser buenos, que no hay que hacer enfadar a mamá… que no debemos pelearnos, etc. y esto, a lo largo del desarrollo del individuo, acaba creando una serie de represiones internas que acaban teniendo efectos devastadores a todos niveles: cánceres, úlceras, cefaleas, fibromialgias, etc. (a nivel físico), agresividad, violencia, depresión, ansiedad, psicosis, suicidios, etc. (a un nivel psíquico) y un interminable etc.

La práctica clínica demuestra que para poderse sanar, es necesario reconocer aquella parte de nosotros que está reprimida, oculta e inconsciente, aquella que experimenta rabia, odio, violencia, destrucción y en definitiva lo que Freud denominaba como “el instinto de muerte” (que pulsa dentro de nosotros de la misma forma que pulsa el instinto de vida). Y no es hasta que la persona acepta y se permite vivir todos aquellos sentimientos de rabia y frustración, etc. que había reprimido, que puede realmente liberarse de la carga que estaba llevando y finalmente sanarse.

De forma que, por muy paradojal que pueda parecer, uno no puede encontrar la luz hasta que no vea su oscuridad. Y es precisamente cuando uno decide ver todo aquello que ha rechazado dentro de sí, cuando viene la sanación y la luz vuelve a aparecer en nuestras vidas.

Aunque suene extraño, el Heavy Metal puede ser un medio para encontrar la luz -y esto ocurre a diferentes niveles- ya que es algo aparentemente oscuro, violento, rabioso y distorsionante, pero si es utilizado conscientemente, uno puede llegar a encontrar la luz en ello:

1) Desde un nivel psicológico, todavía en el plano dual: cuando uno se permite experimentar dentro de sí los sentimientos “oscuros” en un contexto controlado como es un concierto de Heavy Metal o escuchar un disco en tu casa, sin hacer daño a nadie, se produce una descarga de todo aquello que normalmente reprimimos y de forma natural, se produce un reequilibrio interior. Aceptamos lo que en términos freudianos sería nuestro “instinto de muerte” y nos permitimos mirarnos al espejo poniendo cara de monstruos, levantando las manos haciendo cuernos y sacando la parte más animal que llevamos dentro. No es una escena muy bonita, pero reconocerlo dentro de ti te hace más humano y si te lo tomas como un juego puede ser algo muy divertido.

Estudiando el comportamiento humano, he visto cómo gente que se mueve en el ámbito metalero, están psíquicamente más sanos que otras personas que no se han salido nunca de las normas sociales y viven reprimiendo constantemente sus emociones primarias y sus instintos naturales. ¿Cuántos casos hemos oído de personas que eran tan gentiles, siempre a disposición de todos, amables, bondadosas, etc., que un buen día han matado, por ejemplo, a su mujer? El nivel de represión es tan fuerte en estos casos, que acaba explotando como una olla a presión. En cambio, aquellas personas que se permiten, ni que sea como un juego, sacar su parte oscura y la miran frente a frente reconociéndola dentro de sí, pueden vivir el resto de su vida con más tranquilidad y tolerancia: conducen el coche sin gritar descontroladamente al que no le ha cedido el paso, aman a sus mascotas y no les pegan sin motivo, no descargan sus tensiones con sus hijos o subordinados, etc.

2) Trascendiendo la dualidad, desde una perspectiva unitaria: Cuando uno inicia un camino de trascendencia y utiliza las sombras como un medio para encontrar la luz, deja de juzgar todo lo que normalmente se categoriza como malo y simplemente utiliza todo aquello que se rechaza como una herramienta para encontrar la luz. Entiende que todo esto que parece malo, en el momento que se deja de rechazar y se acepta, con amor y compasión, se transforma en luz. Llega a entender que la sombra y la luz son lo mismo.

E aquí un ejemplo para entender cómo la luz y la sombra son la misma cosa:

Imagínate que estás en una habitación que está iluminada con una bombilla corriente. Desde el suelo, tú puedes ver como la bombilla lo ilumina todo, pero a la vez, crea sombras detrás de todas las cosas que están iluminadas: la silla, la mesa, la planta… todo tiene una sombra detrás. Y desde esta perspectiva, existe la luz y la sombra (plano dual)

Ahora imagínate que eres la bombilla que ilumina la habitación y que eres tú quien está emitiendo esa luz. No te parece gracioso? ¡La sombras existen porque tú existes! ¡Están ahí porque tú emites luz! Sólo son la consecuencia de que tú estés emitiendo luz. Entonces, ¿Cómo ves la existencia de las sombras desde esta perspectiva? ¿Te parece algo malo? ¿Algo que no tendría que existir? ¿Algo que hay que rechazar? ¡Ni mucho menos!! ¡Es una maravilla! Las sombras se crean como consecuencia de que estés vivo, emitiendo luz activamente, estás encendido vivo y radiante y por eso hay sombras!! ¡Extraordinario!

La bombilla dice: yo existo y como existo, creo luz y sombra a la vez. Es inconcebible que haya luz sin sombra.

Esta es la forma en que el Sol ve lo que nosotros llamamos desgracias, cosas malas, etc. Tiene un amor y una compasión infinita por todo nuestro sufrimiento, porque sabe que en realidad nada de malo existe, sólo es nuestra interpretación de lo que vivimos lo que nos hace sufrir.

Desde esta perspectiva, desde el plano unitario, todo aquello que en el mundo dual nos parece como malo, feo, injusto, equivocado, etc etc. todo lo negativo, no es más que otra forma de la creación que nos enseña cuál es el camino para encontrar la luz.

Imagínate cómo ve el Sol un concierto de Heavy Metal. Es puro amor… toda esa distorsión que desde el plan dual nos parece mala, que incentiva los sentimientos de odio, violencia y destrucción, desde el punto de vista del sol es simplemente una forma más de la creación que está hecha con tanto amor como esta hecha la naturaleza, los animales y la humanidad entera.

Igual pasa con la adoración a Satán: desde un plano dual se ve y se utiliza la adoración a Satán (sectas, etc.) como forma para hacer daño a otros o para conseguir poder y beneficios egoicos, pero desde una perspectiva que va más allá de la dualidad, puedes llegar a ver en Satán, el ángel caído, la forma más pura de entrega y amor hacia Dios: un ángel que por amor a Dios decide renunciar al paraíso y bajar a la tierra asumiendo el papel de malo malísimo para que Dios pueda tener un opuesto y poder ser reconocido e identificado.

No estoy diciendo “escucha Heavy Metal y trascenderás”, estoy diciendo: “trasciende y verás el heavy metal como un medio para llegar a la luz”. No estoy diciendo “adora a Satán para llegar a Dios” sino “Llega a la luz y verás que aquello que parecía una sombra era uno de los aspectos más elevados de Dios”.

“detrás de cada sombra, de cada conflicto, hay un despertar, una toma de conciencia que te lleva (…) a un verdadero sentido de la existencia y a un contacto más profundo con La Verdad”

Fanny Mas-Jordana Sánchez Psicóloga y psicoterapeuta [if !supportLineBreakNewLine] [endif]

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